lunes, 17 de diciembre de 2012

NO DEJES QUE TU DESEO SE APAGUE


El deseo es como el fuego, hay que  cuidarlo para que no se apague.
El funcionamiento de la mente humana, se rige por el principio de placer, es decir, que tendemos a buscar placer y evitar el dolor. El deseo es el motor de la vida, es lo que nos motiva, el mecanismo que utiliza nuestra mente para buscar placer y es uno de los componentes más importante en la sexualidad humana.

El deseo sexual está influenciado por muchas variables, físicas, educacionales y psicológicas, que pueden hacer que se inhiba. A continuación analizaremos las causas más comunes de la inhibición del deseo y expondremos algunas pautas para evitar que esto ocurra.

La culpa es una mala aliada en el terreno sexual, que puede llegar a inhibir alguna fase de la respuesta sexual, entre ellas el deseo. Educar a las personas en la prohibición, lanzando el mensaje de que el sexo es algo sucio, pecaminoso, inmoral o malo, puede causar grandes daños en su vida. Hay muchos casos de disfunciones sexuales, cuya causa más directa es la educación prohibitiva que han recibido.

El deseo funciona por saturación, cuanto más nos exponemos a un estímulo, la respuesta o la reacción que tenemos ante éste disminuye, lo mismo pasa con el deseo, en concreto con el deseo centrado en una persona o una práctica sexual concreta. En la sexualidad, como en todo, es tan malo el exceso como el defecto, pero si hay que elegir, es mucho más perjudicial el exceso, ya que el exceso consume el deseo y el defecto lo alimenta. Por tanto, para evitar que esto ocurra tenemos que procurar mantenernos alejados de la rutina.

Es muy común, sobre todo en parejas estables, que las prácticas sexuales se conviertan en una obligación.  No nos referimos a obligación, como algo que tenemos que hacer aunque no nos apetezca, sino más bien al cumplimiento de unas expectativas. Por ejemplo, mantener X relaciones sexuales a la semana, así que “hoy toca” o mantener relaciones sexuales para que nuestra pareja no se sienta insatisfecha. Cuando tenemos ese sentimiento de tarea, el deseo sexual puede caer en picado.

También es típico que cuando una pareja empieza a entrar en una fase más estable de su relación, uno de los dos miembros quiera seguir introduciendo nuevos elementos o nuevas prácticas sexuales en su repertorio y el otro miembro no, porque ha llegado a un punto en el que se siente cómodo. Esta situación también puede ser la causa de la falta de deseo, por eso es importante una buena comunicación dentro de la pareja.

El miedo al desempeño es otra de las grandes causantes de la falta de deseo. Se refiere al miedo a la incompetencia, a sentir que no sabemos hacerlo bien, a no funcionar bien, al fracaso, a no ser aceptados. Todos estos miedos están estrechamente relacionados con la ansiedad anticipatoria, es decir, que antes de que pase, nos ponemos en lo peor y pensamos que no seremos capaces de hacerlo bien, etc. Estos pensamientos nos generan ansiedad y hacen que nos bloqueemos, causando en algunos casos la inhibición del deseo, como un mecanismo de defensa para evitar las relaciones sexuales.

La frustración también es una de las grandes enemigas del deseo sexual. Podríamos hablar de dos categorías, la frustración que nos produce nuestro funcionamiento sexual, es decir, aunque nuestra funcionalidad sea buena, no es tan buena como quisiéramos, un buen ejemplo de ello sería la actitud que tenemos en nuestras relaciones sexuales, a veces nos gustaría sentirnos más libres, con menos vergüenzas, etc. La otra categoría se refiere a la frustración orgásmica, no porque no consigamos tener un orgasmo, sino porque nos empeñamos en que el orgasmo sea simultáneo, cosa que es bastante complicada, porque cada persona es diferente y algunas necesitan más tiempo de estimulación que otras o diferentes formas de estimulación. Lo más importante para evitar este tipo de frustración es olvidarse de las expectativas, disfrutar el momento y tener claro que el placer depende única y exclusivamente de uno mismo, porque solo nosotros sabemos lo que nos gusta y cómo nos gusta, y si queremos que nuestra pareja lo sepa, la única solución es una comunicación abierta y sincera.

Otra de las razones de la falta de deseo, relacionada con el orgasmo, es el apremio orgásmico. El hecho de querer tener un orgasmo o de querer que nuestra pareja tenga un orgasmo, puede provocar inhibición en alguno de los dos miembros de la pareja, obsesionarse con el hecho de “tengo que tener un orgasmo” o “tengo que hacer que mi pareja tenga un orgasmo”, tanto para satisfacer a nuestra pareja, como para sentir que hemos sido capaces de proporcionarle un orgasmo a nuestra pareja, no es nada positivo. Por una parte nos impide disfrutar de las relaciones sexuales, porque nos centramos, bien en “aguantar más”, o bien en “darnos prisa en llegar”. Por otra parte, hacer recaer toda la responsabilidad de nuestro placer en la otra persona, es algo nocivo, porque por un lado, la presión que recibe la otra persona le va a impedir disfrutar de su sexualidad, y por otro lado, el hecho de quitarnos responsabilidades no nos ayuda en nuestro autoconocimiento.

Otra cosa que hay que tener en cuenta es la resolución, que es la etapa final de la respuesta sexual, en la que el cuerpo vuelve a su estado normal. En esta etapa hay 3 aspectos a tener en cuenta para que los dos miembros de la pareja se sientan bien, ya que si hay un desajuste de este tipo, puede afectar en nuestro deseo.
  •  La expresividad orgásmica: si uno es muy expresivo y el otro muy contenido, la experiencia puede vivirse como un desajuste que reste calidad  a la satisfacción sexual.
  •   La afectividad post-orgásmica: cuando hay un desajuste en este aspecto, ambos miembros de la pareja pueden vivirlo de manera muy negativa, tanto el que necesita afecto y no lo recibe, como el que necesita un distanciamiento y no se lo permiten. Una de las explicaciones de este desajuste puede ser el periodo refractario de los hombres, en el que no pueden volver a tener una erección hasta pasado un tiempo, y muchos hombres se distancian afectivamente durante este periodo, las mujeres en cambio no pasan por ese periodo refractario.
  • La frustración orgásmica: como hemos dicho antes, también puede darse una frustración en este aspecto, ya sea porque no ha habido orgasmo, o porque éste ha sido poco satisfactorio.

La iniciativa también es una fuente de conflictos que puede derivar en inhibición del deseo. Lo habitual es que al principio de la relación, los dos miembros de la pareja tomen la iniciativa, pero suele pasar que con el tiempo se convierte en un modelo unilateral, es decir, que siempre sea uno de los dos quien toma la iniciativa. Esto se convierte en un problema, ya que el que toma la iniciativa también quiere sentirse deseado e inconscientemente puede parar de tomar la iniciativa para “poner a prueba” a su pareja y que termine tomando la iniciativa, pero puede pasar que no lo haga, por costumbre, entonces nos encontramos inmersos en un círculo vicioso que puede terminar provocando la inhibición del deseo. Lo ideal sería un modelo bilateral, para estimular tanto la libertad de tomar la iniciativa como el hecho de sentirse deseados.

Lo mismo pasa con la frecuencia, el problema es que la frecuencia no puede pactarse, es el propio deseo el que debe marcar la frecuencia de las relaciones sexuales. Por tanto, cuando los niveles de deseo de cada miembro de la pareja son muy dispares, suele haber un conflicto, para el cual debemos encontrar una estrategia eficaz que beneficie a ambos. Lo que no podemos hacer es pedir a uno que tenga relaciones cuando no las desea, ni reprimir lo que necesita el otro. Una buena estrategia es la masturbación, cuando uno de los dos tiene ganas, y el otro no, pueden practicar la masturbación, en pareja, o individualmente.

El ritual es el repertorio de prácticas que forman el repertorio sexual de la pareja. Hay que tener en cuenta que el ritual de una persona puede ser diferente con una pareja u otra, pero lo más importante es tener claros cuales son nuestros valores sexuales, y crear el ritual en base a un diálogo sincero. Al igual que practicar sexo cuando no tenemos ganas no es bueno, realizar prácticas sexuales que no nos gustan tampoco lo es.

Como veis, hay muchas variables que afectan al deseo, pero la clave está en tener una buena comunicación con nuestra pareja y sobre todo seguir siempre estos pasos:
  • Haz todo lo que quieras
  • No hagas nada que no quieras
  • Siempre desde el deseo previo
  • Y de acuerdo a tu escala de valores

Si tienes alguna duda o quieres consultarnos algo, no dudes en contactar con nosotras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario